jueves, 30 de junio de 2011

Impredescible ♥




Capítulo IV

La mañana fría hizo temblar a Damen entre sus sábanas, las ventanas cubiertas de vaho impedían ver a través de ellas y Charlie se acercaba con un plato de cereal entre sus manos.
-        Levántate Damen. – Abrió totalmente las cortinas de la habitación de Damen y le jaló el pie.
-        ¿Qué hora es? -  Dijo entre bostezos, tallándose los ojos como un niño pequeño tratando de despabilarse.
-        Las 11:00 a.m. papá nos espera a las 12:30 p.m. para el festejo de mamá. . – Charlie caminaba en calzoncillos buscando en el closet una camisa que usar para la ocasión. – Báñate chango.
-        Chango tu trasero Charlie. – Damen se levantó de la cama y lo primero que reviso fue su teléfono celular en el que un mensaje de su padre le recordaba que tenía que asistir al festejo del cumpleaños de su madre. – ¡Hey! ¿A dónde llevas esa camisa?
-        Damen no tengo nada formal que usar y mi madre detesta los jeans y playeras que uso diariamente cuando no estoy usando color blanco. – Charlie estudiaba medicina así la mayoría del tiempo su ropa era blanca salvo cuando descansaba y lo que menos quería usar era ropa formal.
-        De acuerdo, sólo porque es el cumpleaños de mamá.
Damen escucho el timbre sonar mientras se duchaba, al terminar colocó la toalla a la cintura y se dirigió hacia el cuarto de Charlie para buscar el desodorante que le había quitado.
Abrió la puerta.
-        Charlie dame el … - Damen se cubrió los ojos al ver a Annabelle tendida bajo el cuerpo de Charlie. – ¿Podrían irse a un hotel?.
-        ¿Que no sabes tocar?. – Charlie cubría a su novia con su cuerpo y miraba con los ojos dilatados a Damen que estaba parado tratando de tomar el desodorante con los ojos cubiertos. – Los hoteles son caros hermanito.
-        Sínico. – Al tomar lo que buscaba entre abrió dos de los dedos que cubrían la cara para ver si era campo visible – Hola Annabelle.
-        Hola Damen, ¿Cómo estás? – La voz como de ratoncito escondido fue el único tono que pudo dejar salir.
-        Sal de aquí ¿o quieres quedarte a ver la película?. – Su novia de un manotazo en el brazo hizo callar a Charlie mientras que éste solo le sonrió pícaramente y la besó en la frente tiernamente.
-        Sí, yo me voy.
Después de casi cuarenta y cinco minutos en los que Damen se alistó y comió un cereal en la cocina con los audífonos puestos esperó a que su hermano y Annabelle salieran de la habitación para irse.
-        Damen vámonos.- Damen sólo meneaba su cabeza al ritmo de su música favorita y comía su cereal. - ¡Damen! – Miró a los tortolos y se encaminó hacia su carro.
-        Me voy en mi carro gracias, prefiero no ver cómo te agasajas a Annabelle.
-        Como quieras. – Charlie guiño el ojo y tomo camino.

Damen tomó su auto negro, se colocó sus lentes negros y se dirigió hacia la casa de sus padres.
Charlie ya lo esperaba fuera de la casa listo para tocar el timbre y entrar, ambos al mismo tiempo para darle el regalo sorpresa a su madre: un Jaguar XF plateado con un enorme moño color celeste en el espejo, el deseo que su madre había tenido ese año para su cumpleaños, Charlie lo había estacionado en la parte trasera del jardín para llevar a su madre a mostrárselo.
Annabelle estaba del brazo de Charlie sosteniendo en su manos pequeñas el paquete de Tiffany& Co.
La familia de Damen era adinerada, poseían una estabilidad económica deseable para cualquiera y un puesto mayor en la sociedad,  sin embargo eran personas amables y sencillas con un corazón enorme.
La madre de Damen corrió hacia la puerta cuando escuchó el timbre sonar, ambos hermanos escuchaban el repiqueteo de las zapatillas de su madre acercarse y al abrir la puerta, la señora Caroline se lanzó con los brazos abiertos a sus hijos para tenerlos entre sus brazos.
-        ¡Mis niños! – Caroline era una mujer alta y de complexión delgada con una cabellera rubia platinada, ojos verdosos y pestañas alargadas, y el tono durazno en sus mejillas acentuaban su elegancia, una madre tan cariñosa y dulce como la miel.
-        Mamá, nos aprietas. – Charlie gimió con el poco aire en su pecho.
-        Si, lo siento cariño, Damen estás tan guapo y tú Charlie cada vez estas más musculoso mi cielo. – Admiraba el grandioso físico de sus hijos. – Y tú Annabelle, cariño estás tan hermosa como siempre, linda. – Se acercó a para abrazarla y plantar un beso en la frente de la pequeña Annabelle.
-        Caroline, ¡Felicidades! – Dijo Annabelle entre risitas y abrazos con la madre del amor de su vida, le entrego la cajita azul cielo que sostenía.- Espero que te guste, lo escogí especialmente para ti.
-        Gracias linda, veamos qué es. – Unos pendientes de oro blanco y perla hicieron brillar sus ojos. – ¡Están hermosos! Los usare ahora mismo. – Retiro los que llevaba y se colocó cuidadosamente los que Anne le había obsequiado.- ¿Cómo se ven?
-        Hermosos. – Le sonreía gentilmente.
-        Pero niños no se queden aquí pasen al jardín, toda la familia está reunida esperándolos solo faltaban ustedes y su tío Spencer que no debe tardar.
-        Si madre, camina tenemos una sorpresa para ti.
La mansión de sus padres no había cambiado nada, todo era igual a excepción por una pintura que había comprado seguramente su madre a una artista novata a juzgar por las pinceladas algo imperfectas en los bordes pero la figura del cuadro daba un toque moderno a la casa de tipo colonial. Al llegar a ventanal que daba hacia el jardín,Caroline salió corriendo hacia el auto que sus hijos habían comprado para ella, saltaba y gritaba como la niña pequeña que una vez fue, reía y parloteaba al mismo tiempo que abrazaba a su esposo.
-        Anthony Wood tú sabías de esto, por eso no me dejabas bajar verdad, ¡tramposo! – Un ligero golpecito en el pecho de su esposo provocó que éste la besara en la sien.
-        Era sorpresa de los niños.
-        ¿Niños? Jajaja Aún cree en tu inocencia, si al menos supiera lo que vi esta mañana. – Risas resonaron entre Charlie y Damen al recordar lo sucedido en la habitación.
-        Tú no sabes nada.
-        Claro hermanito, como siempre.- Con la sonrisa y mirada felina miro a su hermano.
Tras los abrazos  repetidos entre Caroline y sus hijos todos pasaron a la mesa para comer y disfrutar de la compañía en familia.
Tíos y tías contaban las historias graciosas que le habían sucedido a sus parejas, los recuerdos vergonzosos de cada uno provocaron risas extremas en la familia, Damen y su padre platicaban sobre leyes mientras queAnnabelle y Charlie eran atacados por el abuelo materno.
-        Y dime Charlie ¿Cómo vas con esta linda jovencita? – La voz ronca del abuelo sonó desde la cabecera de la mesa. – Sexo, se ve en tus ojos escuincle depravado.
-        ¡Abuelo! – Replicó sínicamente Charlie a modo de negación ante su chistoso comentario.
-        ¡Papá! Por Dios no hables de eso, mi lindo hijo es un ángel jamás haría eso. – ¡Oh si! Caroline estaba extremadamente equivocada. – Leonard Bennett omite esos comentarios por favor papá.
-        Claro, si no sabré yo que soy viejo y sabiondo como me llamaban este par.- Damen y Charlie chocaron sus puños.
Tras comer el postre todos comenzaron a retirarse quedando solamente el abuelo, Damen y sus padres. Charlie se había ido a dejar a su novia a su casa y a calmar cierta ansiedad que ambos traían.
-        Mamá, es hora de irme, ocupaciones me esperan mañana.
-        Cariño, siempre tan trabajador como tu padre. – Caroline tenía a su lado a su esposo tomado de la mano mientras que abrazaba a su hijo. – Cuídate y ven a visitarnos pronto. – Damen besó en la mejilla a su madre y abrazó a su padre para finalizar su despedida
-        Adiós
-        Aliméntate correctamente cariño, recuerda que el estrés no es bueno.- Gritaba su madre a lo lejos mientras que Damen ya estaba montado en el auto.
En la oscuridad de la noche Damen conducía hacia su departamento hasta que el tráfico comenzó a hacerse denso y pesado. Personas corrían despavoridas hacia el lado contrario hasta que Damen se bajó del auto y preguntó qué ocurría.
-        ¿Qué es lo que ocurre? – Pregunto a una mujer que corría de la mano con su hijo pequeño.
-        Un choque, accidente – Decía entre sollozos. – Una chica adentro y no despierta, la gasolina se está derramando y explotará.
La mujer corrió y dejó a Damen con las preguntas en su boca, su conciencia le decía que tenía que correr hacia el mismo lado al que iban todos para salvarse pero su corazón le exigía que fuera tras aquella mujer atrapada.
Los bomberos, ambulancias y policías no llegarían hasta dentro de media hora por el tráfico y aquella chica necesitaba ser salvada.
Damen cerró su coche y corrió como alma que lleva el diablo hacia el accidente, la familia del auto inocente estaba afuera tosiendo y tratando de respirar continuamente dirigiéndose hacia el lado contrario del incendio próximo para salva guardarse.
-        ¡Sálvala! – Gritaba una chica  rubia desde lo lejos siendo arrastrada por un joven y seguida por otras dos chicas, todos pertenecían a la camioneta que había tenido la culpa del accidente
Damen volteo a ver la camioneta y entre el fuego que comenzaba a arder vislumbro unos una piel aperlada y el relicario que cierta persona siempre llevaba.
-        ¡Emily!
Corrió hacia la camioneta que comenzaba a regar aceite, lo que significaba una cosa: la camioneta estaba apunto de explota, si Damen no conseguía rescatarla hasta entonces Emily moriría.
Con el aire sofocado en sus pulmones se quitó el saco que llevaba y se deshizo de su camisa para colocarla alrededor de su boca y nariz para evitar que el humo se adentrara a su cuerpo.
A lo lejos las personas gritaban, lloraban y exclamaban frases hacia Dios para que ayudara al hombre para rescatar a tremenda problemática de mujer.
Inhaló fuertemente y se metió entre las llamas que crecían a cada minuto, le quemaban la piel y comenzaba a sentir el poco oxígeno en sus pulmones, la puerta estaba ardiendo y era imposible sacarla de la forma  normal; se quitó la camisa que estaba en su boca y se la enredó en el brazo a modo de protección mientras rompía el cristal para sacar a Emily que yacía en el asiento del copiloto recargando su cabeza en el tablero de la camioneta; los cristales cayeron como lluvia dentro y fuera del carro algunos de ellos se infiltraron entre su cabello.
La echo hacia atrás y vio el camino de sangre que recorría desde su frente, metió los brazos tanto como pudo para poder sacarla, minutos quedaban por el silencio descomunal que se formó, Damen la tomóen sus brazos y la logró sacar completamente, la echó hacia su hombro agarrándola por los glúteos para poder correr lo más que podía, para sucumbirse del estallido.
Antes de llegar a más de un metro un ¡Tum! se escuchó y el suelo vibró, cayendo los dos.
Damen se raspó el hombro y parte del omóplato mientras que Emily cayó sobre él, tendida sobre su cuerpo comenzó a toser y el sólo la abrazó y acarició su espalda ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso eso estaba dentro del programa de rescate a una loca? ¿Acariciar y abrazar a una inconsciente que estaba sobre de él?
Las sirenas de la ambulancia, bomberos y policías se escuchaban cerca.
Damen sentía el fíio de la noche en la piel, lo único que le cubría era una camiseta sport que llevaba dejando a la vista su espalda y brazos definidamente musculosos.
Emily comenzó a moverse en el pecho de Damen respirando su olor a humo y adrenalina; levanto el rostro y con los ojos entre abiertos pudo ver quién era, quién yacía bajo su cuerpo.
-        Policía idiota -  Dijo entrecortadamente hasta que volvió a quedar inconsciente.
-        Tonta, te dije que no hicieras nada estúpido. – Le dijo mientras la vio a los ojos y quitó un trozo de cristal que estaba en su cabello.
Damen quedó liberado de Emily cuando los paramédicos llegaron para curar heridas y llevar a Emily al hospital.

lunes, 27 de junio de 2011

                                                                               




                                                                           Capítulo III
El viento le golpeaba la cara al correr y le provocaba escalofríos, sudaba hasta los huesos, subió las escaleras a su apartamento como alma que lleva el diablo, escamada por cualquier ruido, respiro hondo antes de entrar y cerro de un portazo.
- Muy bien, ebria y esposada, se nota que hoy es martes. – Lucy estaba recostada en el sofá con un libro entre las manos, calmada y somnolienta.
- ¡Quítame esto!
- No soportas ni un segundo el tener las manos atadas, controlada y no hacer algún desastre.
- Lo detesto. – Em se acercó hacia donde estaba Lucy, acercándole las manos para que le quitara las esposas.
- Y supongo q traes la llave
- No, yo amm, me escape, así que por lógica, no, no tengo las llaves
- Y gran inteligente ¡¿Como pretendes que las abra?!
- ¡¡Lucy, ábrelas!! Con el clip que guardas bajo el cajón.- Pataleaba como niña chillona, sin embargo sus ojos solo reflejaban miedo, miedo a quedar atada.
- Cálmate. – Lucy saco del bolsillo de su pijama el clip que necesitaba, lo introdujo en el orificio de las esposas y tras varios giros se abrieron; Lucy tenía mañas pasadas y de esas mañas solo queda lo aprendido.
- Gracias, iré a dormir
- Emily
- Ahora no, duerme, mañana quiero waffles.- Le dijo a Lucy tras cerrar la puerta
- Tú y tu trasero pueden hacerse waffles.- Le grito desde el lugar donde estaban paradas, suspiro y se fue a dormir.

Y el desfile de bragas comienza.
- ¡Loretta Morrison! ¡¿Dónde demonios esta mi blusón verde?! ¡Zángana!
- Podrías callarte Lucy, pareces loca gritando estas horas de la mañana.
- ¿Mañana?
- Son las 6 de la tarde y tengo una cita.
- Ah, eso cambia la situación. – Mientras Lucy revoloteaba la ropa de Loretta tratando de encontrar su blusón, Loretta se rascaba la cabeza y trataba de despertar por completo.
- ¿Dónde está Emily?
- Donde siempre. – Lucy ni siquiera volteo a mirarla – ¡Aquí esta! – tomo la blusa, alzándola como la victoria perfecta.
- ¿Llegó a dormir?
- Si, por cierto ¿Qué demonios pasó anoche que venía como loca esposada?
- La muy idiota se metió a la patrulla con un policía dentro, la atrapó y esposó, así que a juzgar por que llegó supongo que escapó.
- Supongo ¿no?, saldré con Larry ¿Planes?
- Si, estudiar. Mañana tengo examen
- De acuerdo, si vez a Em dile que hay espagueti en el refrigerador y tú báñate, apestas a perro muerto.
- Si mamá, Lu ¿Por qué te preocupas por Emily? pareces la madre que necesita.
- Porque en un mundo tan cruel y en su mundo hecho una porquería necesita alguien cuerdo a su lado, además espero que alguien ocupe mi lugar.
- ¿Tu lugar?, Emily ¿Enamorase de alguien? ¡No! Alguien enamorado de Emily. – Se río a carcajadas entre las sabanas que aun estaban pegadas a su cuerpo. – Jamás se enamorara, no cree en el amor, su vida lleva un total descontrol y para ser realistas no creo que lo enderece o que alguien la enderece, su rutina, lo que más odia, la maldita rutina es lo que la lleva a estar ebria la mayoría del tiempo, fumar hasta quedar sofocada, drogarse cuando necesita perderse y tener sexo con cuanto hombre se le antoje.
- Ya lo sé, pero siempre hay alguien capaz de atarla y llevarle las riendas.
- Bendito el hombre si es que existe
- Me voy, cuídate.
- Adiós, ¡Trae postre! –Le grito a Lucy mientras salía de la habitación semidesnuda, poniéndose el blusón.

Soltaba el humo del cigarro lentamente, inhalaba el aire fresco mientras comenzaban a caer gotas de lluvia que se confundían con lágrimas derramadas, tenía hierva en su bolsillo de la chaqueta, un cigarrillo en su boca y una botella a su lado, tranquilidad a su alrededor y lagrimas de lluvia, ¿Por qué sentía vacío?, quemaba su pecho y gritaba en su interior, le enardecía la sangre, ¿Qué era su estúpida vida? ¿Para qué vivir si ya se destruía?  Sin un motivo, sería más fácil masacrase la vida hasta cerrar completamente los ojos, lo suficiente para comenzar a perderse tanto hasta morir.
Encerró en sus manos el relicario que siempre colgaba de su cuello, tomo un sorbo alcohol y lo apretó tanto hasta que sus manos quedaran marcadas, limpió las gotas de sus mejillas, gotas amargas, dolor, absolutamente dolor, gritos ahogados en su pecho y en su corazón.
- ¿Estás bien? – Su voz era familiar
El brazo le cubría gran parte del rostro y con el otro sostenía la botella y el cigarro.
- Estoy viva, supongo que estoy malditamente bien.- Sin retirar el brazo le dijo. – Acaso estas siguiéndome
- Jamás, pero al ver un bulto tirado supongo que pensé que estaba herido
- Si te refieres a mí, estoy jodidamente bien.- descubrió su cara y sus ojos turquesa encontraron los de Damen.
- Tienes un delito que pagar.
- Déjame en paz, tu estúpida voz aturde mis sentidos. – Se levanto y caminó sin dirección. – ¿Quieres dejar de ir detrás de mí como perrito?
- Solo ando tras personas como tú
- No quiero sexo contigo
- Y yo menos, personas como tu son iguales a delincuentes idiotas sin principio ni fin, bueno en tu caso solo uno, la botella que tienes en tus manos.
- Es mi jodida vida y a ti eso no te interesa imbécil.
- Tal vez.
- Qué te parece si te quedas  aquí exactamente no te muevas. – Emily caminó unos pasos más dirigiéndose a la calle. –No te muevas.
- ¿Qué demonios haces?
- Esto. – Cruzo los brazos en su pecho y soltando solo una mano levanto el dedo medio hacia Damen, tomo su cigarro y se fue.
- Inmadura. –Fue lo que alcanzó a escuchar de Damen.
¿Qué tenía esa chica? Que le era imposible que el destino la sacara por completo, y al verla era un magnetismo el que lo llevaba hacia ella, los ojos turquesa lo poseían y si no fuera por inercia se perdía en ella.
El celular de Damen sonaba en la bolsa del pantalón negro que usaba esa tarde, con una camiseta borgoña que le ajustaba al cuerpo.
- Damen Woods
- Woods ven a la oficina
- Estaré ahí en diez minutos.
Miro hacia el camino en el que Emily ya no estaba y regresó a su auto.
Al llegar a la estación, lo primero que vio fue a Emily recostada como vaga en el asiento de los detenidos, los detenidos que serían su caso.
- Perfecto, el imbécil éste.
- Cállate
- Teniente. – Le inclino la cabeza a modo de saludo
- Woods, es tuya, atacó a un joven.
- Pero el estúpido quería sexo, y no tendría sexo con ese idiota ni en mis sueños húmedos.
- Hazte cargo, no la soporto.
- Si comandante
- Vamos
Damen la levantó por el codo del asiento, y la llevó hasta su oficina
- ¿No puedes quedarte ni 10 minutos sin molestar?
- Haz lo que tengas que hacer conmigo y desaparece de mi vista.
- ¿Qué pasó?
- Ya te dije, el estúpido de Jason quería sexo, y solo le di una patada en su parte más frágil, es un imbécil, como si fuera la primera vez que lo golpeo.
- ¿Quiso abusar de ti?
- Sí, ¿acaso estas tarado?, lo acabo de decir
- Eres fácil niña, no todo se te cree
- Tu no sabes nada de mí
- Exacto, detenida 24 horas. – Azoto el folder contra el escritorio y llamo al policía que estaba afuera recargado en la puerta. - ¡Max! A la celda 24 horas y es libre.
-  Pero, yo no tuve la culpa de nada idiota. – Emily forcejeaba con el policía, quien estaba tratando de controlarla pero al ser un hombre mas pequeño y de complexión muy delgada Emily tenía casi el poder sobre él. – ¡Suéltame!
- No te preocupes Max yo mismo la encerraré, más satisfacción en este día no puedo tener.
- Imbécil, ¡¡déjame!!
- ¡Muévete!
La llevó del brazo hasta la celda, tras cerrar la reja se recargó sobre los barrotes y frente a ella sonrío satisfactoriamente.
- Te produce placer verme encerrada
- No sabes cuánto, necesitas esto más seguido
- Tu jodido trasero, sácame de aquí, imbécil.
- ¿Que no te enseñaron a hablar?
- Eso algo que no te interesa, es mi vida y hago lo que quiero con ella, si quiero vivir o morir es mi jodido problema, si quiero hablar como perra así lo hago, no te importa
- Tienes razón, no eres nada, no aún.
- Cómo que "¡No aún!"
- No tienes ni la más mínima idea
- Sácame idiota, ¡¿Adonde demonios vas?!
- Lejos de ti, por supuesto
- Arrrg!
- Que pases una linda noche, al menos ve el lado bueno, estarás sobria.
- ¡Imbécil!
Emily se azotaba contra las rejas, pateaba todo y termino acostándose en el suelo, sintiendo el frío del piso calarle los huesos, pasaría la noche entera encerrada en cuatro paredes. El suicidio no planeado para ella.
Cerro los ojos para gritar por dentro y llorar en silencio, por la ventana de la celda se asomaban los destellos de la noche y le iluminaba el rostro, observando lo poco que alcanzaba a ver desde ahí se concentraba en el silencio que había a su alrededor, el frío que le bajaba la temperatura corporal y en su mente solo había el color blanco, estaba cansada, exhausta y se concentró en dormir hasta que el idiota al que ella odiaba, pero que ni siquiera imaginaba que podría llegar a ser tan importante como el respirar, a cada segundo seria el amor que la regresaría al mundo real.
- En realidad, no eres tan dañina.- Damen se acercó al suelo donde reposaba completamente dormida, con su cabello enmarañado en la cara, las manos cálidas masculinas retiraron el cabello para dejar al descubierto su rostro.
- Qué te pasa estúpido, ve a acariciar a tu abuela.
- Levántate y vete, eres libre. – Se giró y salió hacia su oficina
Emily tomó las cosas que le tendió el policía sobre la barra y salió disparada hacia la universidad.
- ¡Vaya! ¿Donde pasaste la noche?
- En la cárcel, por que el idiota ese que parece fantasma me encerró y no tuve nada que ver, y es más donde está el idiota animal de Jason por que no soporto tener las ganas de matarlo a golpes.
- ¿De qué hablas, qué fantasma?, Jason esta del otro lado del campus.- Loretta entrecerró los ojos al no comprender ninguna sola palabra de lo que Emily decía.
- Hijo de puta, a ti te quería en este momento. – Se lanzó sobre Jason al verlo cruzar enfrente de ella, lanzándose como un puma sobre su presa, le golpeo tanto hasta que le sangrara la nariz. –¿Qué creías? ¿que me quedaría sentada y tranquila?, Jamás, escúchalo, ¡Nunca!- Golpeó la entre pierna de Jason. – Ahora si puedes denunciarme, ya hay marcas, Idiota
- Que te pasa estúpida, eres un animal. – Jason manoteaba tratando se sostener las muñecas de Emily que continuaban golpeándolo a la cara y al pecho.
- Imbécil, ganas me sobran para matarte.- Emily le enterró las manos en el cuello, arañándole lentamente, Jason sangrando toco la parte húmeda de su cuello y con los ojos dilatados miro a Emily.
- Hasta aquí. – Jason la agarro por el cuello y antes de que le pusiera una mano en la cara una mano sostuvo fuertemente la suya por la muñeca, cortándole la circulación de la sangre, le jalo el brazo tanto que tuvo que voltear parte del tronco de su cuerpo para mirar a tal hombre. Damen agarro fuertemente a Jason, le dejó marcada su mano fuerte y musculosa y se alcanzaba a ver la formación de hematomas alrededor de su muñeca.
- Ni se te ocurra ponerle una mano encima.- La mirada de odio y deseos por partirle la cara en ese mismo momento pasaba por su mente, describiendo cada paso de la golpiza que le pondría.
Todas las personas estaban alrededor de ellos, gritando y haciendo alboroto, algunos reían mientras que otros solo se detenían a mirar.
Damen levantó a Jason y lo puso enfrente de él, matándolo con la mirada, Jason se quedó cabizbajo mirándolo fijamente sosteniéndole la mirada.
- ¿Y tú quién eres o qué? No me digas que esta perra ya tiene quien la defienda.
- Tú qué haces aquí idiota, no vez que estaba golpeándolo. –Se levantó a trompicones del piso donde estaba tendida y a punto de ser golpeada, se pasó la mano por el rostro y golpeó nuevamente a Jason directo al pecho.
- Mira tú cállate.
- Oficial James acérquese por favor, llévese a este chico detenido y asigne el caso a teniente yo me encargo de ésta loca.
- De acuerdo Woods
- Y en cuanto todos ustedes regresen a sus clases o tareas, sea lo que sea que tengan que hacer.- Todos lo miraron perplejos. -¡Ahora!- Elevo la voz más de lo normal, casi gritándoles a todos.
- Desde cuando tú te encargas de mí.
- Desde que sé cómo atacas. – En su rostro se formo una sonrisa sarcástica para ella y Emily solo le saco la lengua y levantó el dedo medio, su favorito. – No seas infantil.
- Cállate imbécil.
- Y tú me las vas a pagar que por tu culpa este idiota me meterá presa otra vez. – Se dirigió hacia Jason que iba llegando a la patrulla llevado del brazo de oficial con las esposas en sus muñecas, apuntándole con el dedo señaló hacia él recargando todo su odio sobre ese dedo.
Damen la miraba sigilosamente mientras ella peleaba contra él, recorriendo cada parte del rostro as que bajaban de la nariz a sus mejillas, al sostenerla de los brazos tenía  su cuerpo junto al de ella y una extraña sensación de interés y preguntas silenciosas comenzaban a llenarle su cabeza . Se dijo a si mismo ¿Qué tiene esta chica tonta e inmadura en los ojos que hace que sienta cierto interés en ella? , ¿Por qué es tan burda?
- Ya cálmate, pareces animal enjaulado y aún no estás tras las rejas. –Emily solo se limitó a mirarlo con cara de pocos amigos
- Si me vas a llevar, de una vez y que sea la misma celda.
- En un momento señorita, será complacida
- Eres un idiota con tu patético sarcasmo.
El teléfono celular de Damen sonó.
- Damen recoge el informe del caso Collins en el edificio de la avenida Dawson.
- Muy bien
Sin decir mas palabras, Damen cerró su celular,  miró a la loca que miraba hacia ningún punto fijo.
Al ver a su alrededor el oficial ya se había marchado con Jason desde hace mucho tiempo y al parecer sería él quien tendría que lidiar con ella hasta que regresara a la oficina de policía para meterla presa otra vez.
- ¿Qué?
- Me acompañarás a recoger unos papeles y con lo loca que eres– Emily jamás miraba a los ojos a una persona, nunca se detenía a admirar el color o el interior de una persona por los ojos, pero este tipo era diferente. – Y al ser un peligro. – Damen sacó de su pantalón unas esposas y antes de que Emily protestara uno de los aros estaba en su muñeca mientras que Damen cerraba el suyo. – Solo así no te escaparas, ni me darás problemas, al menos no tantos.
- Eso es lo que tú crees. – Reía a carcajadas mientras con su mano libre sacaba un cigarrillo de la chaqueta, lo introducía en su boca mientras buscaba el encendedor.
- – Terminarás con un enfisema
- Y tú con un puñetazo en la cara si no te callas. – Encendía el cigarro y comenzaba a tomar bocanadas de el, el humo le recorría los pulmones y la garganta, calentándola, al exhalar el humo relajaba cada músculo de su cuerpo y la tensión desaparecía.
- Fumas demasiado, mueves tanto las manos cuando puedes, eres una adicta más.
- Te importa un bledo
- Tienes razón, andando. – Tiró de ella con las esposas que los unían.
Por muy extraño que parezca la directora de la universidad no hizo mucho  escándalo con la detención de ambos alumnos pues no son del todo sus favoritos, solo cumplió con avisarle a sus padres,  mandó a cada integrante a sus actividades y agradeció a Damen por haber detenido tremendo lío entre ambos chicos.
Al llegar al auto, Damen entró primero por el lado del copiloto jalando  a Emily para que lo siguiera y ella quedara de su respectivo lado; durante el camino, ella sólo miraba por la ventana, el aire le golpeaba y recostó su cara,  quedándose dormida tras acabar su cigarro mientras que Damen sólo conducía y miraba por el rabillo del ojo lo interesante que era ver a esa fierecilla dormida y sin sus gritos que daban dolor de cabeza.
El auto se detuvo y Emily se levantó de un salto al sentir la detención de este.
- Muévete.
Levantó su rostro, abriendo los ojos para admirar el lugar donde estaba, frente a ella un edificio plateado con ventanas de cristal reflejaban el vacío en su interior.
- ¿Estás sordas o qué?, ¡Muévete!
- ¿Que hacemos aquí? – Susurraba mientras bajaba del auto a trompicones seguida por Damen y bostezando al mismo tiempo que se acercaba hacia la puerta cristalina corrediza.
- Recoger unos documentos, así que compórtate al menos por un segundo.
- Eres un  imbécil si crees que haré lo que tú quieres.
- Hazlo o te condeno a más horas de lo que debería. – Emily torció su boca a modo de mueca y miro a Damen con cara de pocos amigos.
En el interior, colores borgoña iluminaban el lugar junto con colores dorados y brillantes, cálidos y elegantes, gente con pinta formal en sus ropas iban y venían de todas las oficinas.
Damen era quien llevaba el paso y Emily solo se limitaba a seguirle sin articular palabra, admirando los cuadros y figuras extrañas que tapizaban las paredes que adornaban el lugar; Caminaron por el pasillo iluminado por luces blancas hasta llegar al elevador cristalino, por dentro una melodía resonaba desesperando a Emily; al frente un espejo los reflejaba a ambos.
- Detesto esa maldita canción, apágala.
- No se puede tonta, cálmate.
- Idiota.- Emily solo lo observaba en el espejo
- Idiota tú. – Parecía que comenzaban a jugar a insultarse mutuamente, algo en lo que Emily era muy perfeccionista.
- Estúpido.
- Estúpida. – En el interior de ambos risas ahogadas llenaban su pecho y un sentimiento extraño comenzaba a gustarle a los dos.
- Vamos. – Las puertas del elevador se abrieron y Damen se encaminó.
Al fondo una mujer sentada detrás de su escritorio saludó  Damen a lo lejos tendiéndole un sobre color magenta, que al parecer ella lo había escogido por el color en exceso que había en el escritorio, Sí, todo era color magenta.
- Woods, cariño.- Se acerco hacia él abriéndole los brazos para recibirlo como un nieto al que no ve hace tiempo.
- Señora Phills. – Damen la acogía de manera enternecedora.
- Como has estado mi niño, tenía tanto tiempo que no venías a las oficinas de tu padre.
- He estado ocupado con mi carrera.
- Oh ya veo, de vez cuando puedes darte una vuelta para venir a ver a tu  nana. -  La señora Phills era  la nana de Damen cuando era pequeño, su madre siempre se encontraba en el hospital y Damen siempre estaba con su padre uno de los abogados mas prestigiados y ricos del Los Ángeles. - ¿Y, quién es esta linda jovencita? – La señora se acerco hacia Emily que estaba detrás de él, alargó su mano y acaricio su mejilla. – Hola linda ¿Cómo te llamas?
- Emily. – La caricia de la señora le reconforto el frío que comenzaba a sentir por el aire acondicionado, sin sonreírle, ella apreció la ternura que le brindaba algo que no había tenido desde que su madre murió.
- Sí, ella es un caso especial nana. – Giro su cabeza para mirarla – Nana tengo que irme, prometo que volveré para verte.
- Oh, cariño vuelve pronto. – Abrazó a Damen nuevamente y posó su mano en la mejilla otra vez, pero ésta depositó un beso en su mejilla, dándole amor desconocido. – Cuídate cielo. – Emily solo asintió y siguió a Damen.
El silencio se depositó en ambos hasta que volvieron al elevador, donde la musiquita repiqueteaba en los oídos de Emily y Damen solo meneaba la cabeza tras ver los gestos que hacia y la desesperación en sus ojos. Al salir del lugar e ir hacia la salida, Damen tomó una ruta diferente en donde, al llegar un letrero azul con un hombre, sólo podía indicar una cosa.
Baño de hombres.
- ¿Al fin me tomarás y desnudarás completamente para saciarte de mí? aunque el baño es algo muy común ¿No crees?
- Sigue soñando niña, iré al baño, así que entrarás, estarás junto a mí, pero sin mirar.
- Por supuesto. – La sonrisa maquiavélica se postró en su rostro.
Damen entró, caminó hasta el tercer urinario y vio que no había nadie, bajó el cierre del pantalón e hizo lo suyo.
Emily escuchaba como los fluidos fisiológicos caían al urinario y al estar aburrida inclinó su cabeza hacia atrás lo suficiente para deleitarse con los músculos traseros de Damen al descubierto, firmes y delineados con su color apiñonado.
- Lindo trasero. – Emily levantó su mano libre y una nalgada quedo marcada en el trasero de Damen, llenando su mano con el músculo de éste. Mano era lo que le faltaba para sostener tanta belleza carnal en una mano pequeña.
- Oye pervertida. – Las mejillas de Damen se motearon de color durazno intenso y sus sentidos se desestabilizaron al escuchar las carcajadas de Emily y su mano relajada en su trasero que aún sostenía. –¿Podrías soltarme?
- Claro, por cierto lindo color de mejillas. – Entre risitas soltó a Damen.
Damen subió el cierre del pantalón y caminó hacia el lavabo para lavarse las manos mientras que la loca se subía sobre los lavabos para sentarse mientras que Damen continuaba enjuagando sus manos.
- ¿Quién era la mujer tan melosa de arriba?
- ¿Qué? Tanto te importa, ah es que te dio cariño como el que se da a un gato callejero ¿verdad?
- Imbécil. – Emily bajo a trompicones y jaló a Damen para irse.
- Espérate, vas casi corriendo, loca
- Pues corre estúpido, no soporto estar un segundo más contigo.
Al regresar, la nostalgia del cariño que no tenía invadió su mente, una lágrima pérdida se derramó y el silencio se hizo presente hasta que Damen habló.
- Mi nana, mi madre es doctora así que estaba en el hospital todo el día y mi padre estaba en contra de que me quedara en casa solo con una niñera así que me traía al trabajo y la señora Phills era su asistente personal y mi nana.
Emily no sabía que responder sólo guardó silencio y movió su cabeza de aviso que lo había escuchado.
- ¿Qué hay de t
- Eso no te incumbe.
Llegaron a la estación de policía y gotas de lluvia comenzaron caer, los autos estaban cerca de la entrada de la estación así que tuvieron que ir hacia otro lugar para estacionar el carro.
Antes de bajar del auto, Damen quitó las esposas, bajó los seguros y las dos puertas se abrieron al mismo tiempo Emily lo miró a los ojos entre la densa lluvia.
- Gracias por el viaje, policía.
- No te muevas.
- Si claro, sigue pensando eso, no cabe duda de que eres estúpido. – Reía y miraba a su alrededor.
- Tal vez.
Emily levanto su tan hermoso dedo hacia Damen y guiño el ojo.
- ¡Emily!
- ¡¿Qué! – Dijo Emily gritando desde lo lejos.
- No vuelvas a meterte en problemas.
- Ten por seguro que ¡Eso haré!
Damen se quedó parado en la lluvia, observando como Emily corría tan rápido como podía.
Damen no era estúpido como para quitar las esposas antes del carro ¿Lo era? ¿Por qué Damen dejo escapar A Emily? ¿Qué tenía aquella chica tan rebelde y estúpida como para hacer que un hombre como él violara una regla de su tan éxitoso trabajo? ¿Qué había hecho?
Damen con tantas preguntas en su cabeza sólo pudo dejar que las ideas volaran y que su cuerpo se relajara con la lluvia mientras veía a Emily perderse en ella, su corazón latía pero ¿Por qué?

jueves, 30 de junio de 2011

Impredescible ♥

Publicado por Addiee M. M. en 18:47 1 comentarios



Capítulo IV

La mañana fría hizo temblar a Damen entre sus sábanas, las ventanas cubiertas de vaho impedían ver a través de ellas y Charlie se acercaba con un plato de cereal entre sus manos.
-        Levántate Damen. – Abrió totalmente las cortinas de la habitación de Damen y le jaló el pie.
-        ¿Qué hora es? -  Dijo entre bostezos, tallándose los ojos como un niño pequeño tratando de despabilarse.
-        Las 11:00 a.m. papá nos espera a las 12:30 p.m. para el festejo de mamá. . – Charlie caminaba en calzoncillos buscando en el closet una camisa que usar para la ocasión. – Báñate chango.
-        Chango tu trasero Charlie. – Damen se levantó de la cama y lo primero que reviso fue su teléfono celular en el que un mensaje de su padre le recordaba que tenía que asistir al festejo del cumpleaños de su madre. – ¡Hey! ¿A dónde llevas esa camisa?
-        Damen no tengo nada formal que usar y mi madre detesta los jeans y playeras que uso diariamente cuando no estoy usando color blanco. – Charlie estudiaba medicina así la mayoría del tiempo su ropa era blanca salvo cuando descansaba y lo que menos quería usar era ropa formal.
-        De acuerdo, sólo porque es el cumpleaños de mamá.
Damen escucho el timbre sonar mientras se duchaba, al terminar colocó la toalla a la cintura y se dirigió hacia el cuarto de Charlie para buscar el desodorante que le había quitado.
Abrió la puerta.
-        Charlie dame el … - Damen se cubrió los ojos al ver a Annabelle tendida bajo el cuerpo de Charlie. – ¿Podrían irse a un hotel?.
-        ¿Que no sabes tocar?. – Charlie cubría a su novia con su cuerpo y miraba con los ojos dilatados a Damen que estaba parado tratando de tomar el desodorante con los ojos cubiertos. – Los hoteles son caros hermanito.
-        Sínico. – Al tomar lo que buscaba entre abrió dos de los dedos que cubrían la cara para ver si era campo visible – Hola Annabelle.
-        Hola Damen, ¿Cómo estás? – La voz como de ratoncito escondido fue el único tono que pudo dejar salir.
-        Sal de aquí ¿o quieres quedarte a ver la película?. – Su novia de un manotazo en el brazo hizo callar a Charlie mientras que éste solo le sonrió pícaramente y la besó en la frente tiernamente.
-        Sí, yo me voy.
Después de casi cuarenta y cinco minutos en los que Damen se alistó y comió un cereal en la cocina con los audífonos puestos esperó a que su hermano y Annabelle salieran de la habitación para irse.
-        Damen vámonos.- Damen sólo meneaba su cabeza al ritmo de su música favorita y comía su cereal. - ¡Damen! – Miró a los tortolos y se encaminó hacia su carro.
-        Me voy en mi carro gracias, prefiero no ver cómo te agasajas a Annabelle.
-        Como quieras. – Charlie guiño el ojo y tomo camino.

Damen tomó su auto negro, se colocó sus lentes negros y se dirigió hacia la casa de sus padres.
Charlie ya lo esperaba fuera de la casa listo para tocar el timbre y entrar, ambos al mismo tiempo para darle el regalo sorpresa a su madre: un Jaguar XF plateado con un enorme moño color celeste en el espejo, el deseo que su madre había tenido ese año para su cumpleaños, Charlie lo había estacionado en la parte trasera del jardín para llevar a su madre a mostrárselo.
Annabelle estaba del brazo de Charlie sosteniendo en su manos pequeñas el paquete de Tiffany& Co.
La familia de Damen era adinerada, poseían una estabilidad económica deseable para cualquiera y un puesto mayor en la sociedad,  sin embargo eran personas amables y sencillas con un corazón enorme.
La madre de Damen corrió hacia la puerta cuando escuchó el timbre sonar, ambos hermanos escuchaban el repiqueteo de las zapatillas de su madre acercarse y al abrir la puerta, la señora Caroline se lanzó con los brazos abiertos a sus hijos para tenerlos entre sus brazos.
-        ¡Mis niños! – Caroline era una mujer alta y de complexión delgada con una cabellera rubia platinada, ojos verdosos y pestañas alargadas, y el tono durazno en sus mejillas acentuaban su elegancia, una madre tan cariñosa y dulce como la miel.
-        Mamá, nos aprietas. – Charlie gimió con el poco aire en su pecho.
-        Si, lo siento cariño, Damen estás tan guapo y tú Charlie cada vez estas más musculoso mi cielo. – Admiraba el grandioso físico de sus hijos. – Y tú Annabelle, cariño estás tan hermosa como siempre, linda. – Se acercó a para abrazarla y plantar un beso en la frente de la pequeña Annabelle.
-        Caroline, ¡Felicidades! – Dijo Annabelle entre risitas y abrazos con la madre del amor de su vida, le entrego la cajita azul cielo que sostenía.- Espero que te guste, lo escogí especialmente para ti.
-        Gracias linda, veamos qué es. – Unos pendientes de oro blanco y perla hicieron brillar sus ojos. – ¡Están hermosos! Los usare ahora mismo. – Retiro los que llevaba y se colocó cuidadosamente los que Anne le había obsequiado.- ¿Cómo se ven?
-        Hermosos. – Le sonreía gentilmente.
-        Pero niños no se queden aquí pasen al jardín, toda la familia está reunida esperándolos solo faltaban ustedes y su tío Spencer que no debe tardar.
-        Si madre, camina tenemos una sorpresa para ti.
La mansión de sus padres no había cambiado nada, todo era igual a excepción por una pintura que había comprado seguramente su madre a una artista novata a juzgar por las pinceladas algo imperfectas en los bordes pero la figura del cuadro daba un toque moderno a la casa de tipo colonial. Al llegar a ventanal que daba hacia el jardín,Caroline salió corriendo hacia el auto que sus hijos habían comprado para ella, saltaba y gritaba como la niña pequeña que una vez fue, reía y parloteaba al mismo tiempo que abrazaba a su esposo.
-        Anthony Wood tú sabías de esto, por eso no me dejabas bajar verdad, ¡tramposo! – Un ligero golpecito en el pecho de su esposo provocó que éste la besara en la sien.
-        Era sorpresa de los niños.
-        ¿Niños? Jajaja Aún cree en tu inocencia, si al menos supiera lo que vi esta mañana. – Risas resonaron entre Charlie y Damen al recordar lo sucedido en la habitación.
-        Tú no sabes nada.
-        Claro hermanito, como siempre.- Con la sonrisa y mirada felina miro a su hermano.
Tras los abrazos  repetidos entre Caroline y sus hijos todos pasaron a la mesa para comer y disfrutar de la compañía en familia.
Tíos y tías contaban las historias graciosas que le habían sucedido a sus parejas, los recuerdos vergonzosos de cada uno provocaron risas extremas en la familia, Damen y su padre platicaban sobre leyes mientras queAnnabelle y Charlie eran atacados por el abuelo materno.
-        Y dime Charlie ¿Cómo vas con esta linda jovencita? – La voz ronca del abuelo sonó desde la cabecera de la mesa. – Sexo, se ve en tus ojos escuincle depravado.
-        ¡Abuelo! – Replicó sínicamente Charlie a modo de negación ante su chistoso comentario.
-        ¡Papá! Por Dios no hables de eso, mi lindo hijo es un ángel jamás haría eso. – ¡Oh si! Caroline estaba extremadamente equivocada. – Leonard Bennett omite esos comentarios por favor papá.
-        Claro, si no sabré yo que soy viejo y sabiondo como me llamaban este par.- Damen y Charlie chocaron sus puños.
Tras comer el postre todos comenzaron a retirarse quedando solamente el abuelo, Damen y sus padres. Charlie se había ido a dejar a su novia a su casa y a calmar cierta ansiedad que ambos traían.
-        Mamá, es hora de irme, ocupaciones me esperan mañana.
-        Cariño, siempre tan trabajador como tu padre. – Caroline tenía a su lado a su esposo tomado de la mano mientras que abrazaba a su hijo. – Cuídate y ven a visitarnos pronto. – Damen besó en la mejilla a su madre y abrazó a su padre para finalizar su despedida
-        Adiós
-        Aliméntate correctamente cariño, recuerda que el estrés no es bueno.- Gritaba su madre a lo lejos mientras que Damen ya estaba montado en el auto.
En la oscuridad de la noche Damen conducía hacia su departamento hasta que el tráfico comenzó a hacerse denso y pesado. Personas corrían despavoridas hacia el lado contrario hasta que Damen se bajó del auto y preguntó qué ocurría.
-        ¿Qué es lo que ocurre? – Pregunto a una mujer que corría de la mano con su hijo pequeño.
-        Un choque, accidente – Decía entre sollozos. – Una chica adentro y no despierta, la gasolina se está derramando y explotará.
La mujer corrió y dejó a Damen con las preguntas en su boca, su conciencia le decía que tenía que correr hacia el mismo lado al que iban todos para salvarse pero su corazón le exigía que fuera tras aquella mujer atrapada.
Los bomberos, ambulancias y policías no llegarían hasta dentro de media hora por el tráfico y aquella chica necesitaba ser salvada.
Damen cerró su coche y corrió como alma que lleva el diablo hacia el accidente, la familia del auto inocente estaba afuera tosiendo y tratando de respirar continuamente dirigiéndose hacia el lado contrario del incendio próximo para salva guardarse.
-        ¡Sálvala! – Gritaba una chica  rubia desde lo lejos siendo arrastrada por un joven y seguida por otras dos chicas, todos pertenecían a la camioneta que había tenido la culpa del accidente
Damen volteo a ver la camioneta y entre el fuego que comenzaba a arder vislumbro unos una piel aperlada y el relicario que cierta persona siempre llevaba.
-        ¡Emily!
Corrió hacia la camioneta que comenzaba a regar aceite, lo que significaba una cosa: la camioneta estaba apunto de explota, si Damen no conseguía rescatarla hasta entonces Emily moriría.
Con el aire sofocado en sus pulmones se quitó el saco que llevaba y se deshizo de su camisa para colocarla alrededor de su boca y nariz para evitar que el humo se adentrara a su cuerpo.
A lo lejos las personas gritaban, lloraban y exclamaban frases hacia Dios para que ayudara al hombre para rescatar a tremenda problemática de mujer.
Inhaló fuertemente y se metió entre las llamas que crecían a cada minuto, le quemaban la piel y comenzaba a sentir el poco oxígeno en sus pulmones, la puerta estaba ardiendo y era imposible sacarla de la forma  normal; se quitó la camisa que estaba en su boca y se la enredó en el brazo a modo de protección mientras rompía el cristal para sacar a Emily que yacía en el asiento del copiloto recargando su cabeza en el tablero de la camioneta; los cristales cayeron como lluvia dentro y fuera del carro algunos de ellos se infiltraron entre su cabello.
La echo hacia atrás y vio el camino de sangre que recorría desde su frente, metió los brazos tanto como pudo para poder sacarla, minutos quedaban por el silencio descomunal que se formó, Damen la tomóen sus brazos y la logró sacar completamente, la echó hacia su hombro agarrándola por los glúteos para poder correr lo más que podía, para sucumbirse del estallido.
Antes de llegar a más de un metro un ¡Tum! se escuchó y el suelo vibró, cayendo los dos.
Damen se raspó el hombro y parte del omóplato mientras que Emily cayó sobre él, tendida sobre su cuerpo comenzó a toser y el sólo la abrazó y acarició su espalda ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso eso estaba dentro del programa de rescate a una loca? ¿Acariciar y abrazar a una inconsciente que estaba sobre de él?
Las sirenas de la ambulancia, bomberos y policías se escuchaban cerca.
Damen sentía el fíio de la noche en la piel, lo único que le cubría era una camiseta sport que llevaba dejando a la vista su espalda y brazos definidamente musculosos.
Emily comenzó a moverse en el pecho de Damen respirando su olor a humo y adrenalina; levanto el rostro y con los ojos entre abiertos pudo ver quién era, quién yacía bajo su cuerpo.
-        Policía idiota -  Dijo entrecortadamente hasta que volvió a quedar inconsciente.
-        Tonta, te dije que no hicieras nada estúpido. – Le dijo mientras la vio a los ojos y quitó un trozo de cristal que estaba en su cabello.
Damen quedó liberado de Emily cuando los paramédicos llegaron para curar heridas y llevar a Emily al hospital.

lunes, 27 de junio de 2011

Publicado por Addiee M. M. en 17:01 4 comentarios
                                                                               




                                                                           Capítulo III
El viento le golpeaba la cara al correr y le provocaba escalofríos, sudaba hasta los huesos, subió las escaleras a su apartamento como alma que lleva el diablo, escamada por cualquier ruido, respiro hondo antes de entrar y cerro de un portazo.
- Muy bien, ebria y esposada, se nota que hoy es martes. – Lucy estaba recostada en el sofá con un libro entre las manos, calmada y somnolienta.
- ¡Quítame esto!
- No soportas ni un segundo el tener las manos atadas, controlada y no hacer algún desastre.
- Lo detesto. – Em se acercó hacia donde estaba Lucy, acercándole las manos para que le quitara las esposas.
- Y supongo q traes la llave
- No, yo amm, me escape, así que por lógica, no, no tengo las llaves
- Y gran inteligente ¡¿Como pretendes que las abra?!
- ¡¡Lucy, ábrelas!! Con el clip que guardas bajo el cajón.- Pataleaba como niña chillona, sin embargo sus ojos solo reflejaban miedo, miedo a quedar atada.
- Cálmate. – Lucy saco del bolsillo de su pijama el clip que necesitaba, lo introdujo en el orificio de las esposas y tras varios giros se abrieron; Lucy tenía mañas pasadas y de esas mañas solo queda lo aprendido.
- Gracias, iré a dormir
- Emily
- Ahora no, duerme, mañana quiero waffles.- Le dijo a Lucy tras cerrar la puerta
- Tú y tu trasero pueden hacerse waffles.- Le grito desde el lugar donde estaban paradas, suspiro y se fue a dormir.

Y el desfile de bragas comienza.
- ¡Loretta Morrison! ¡¿Dónde demonios esta mi blusón verde?! ¡Zángana!
- Podrías callarte Lucy, pareces loca gritando estas horas de la mañana.
- ¿Mañana?
- Son las 6 de la tarde y tengo una cita.
- Ah, eso cambia la situación. – Mientras Lucy revoloteaba la ropa de Loretta tratando de encontrar su blusón, Loretta se rascaba la cabeza y trataba de despertar por completo.
- ¿Dónde está Emily?
- Donde siempre. – Lucy ni siquiera volteo a mirarla – ¡Aquí esta! – tomo la blusa, alzándola como la victoria perfecta.
- ¿Llegó a dormir?
- Si, por cierto ¿Qué demonios pasó anoche que venía como loca esposada?
- La muy idiota se metió a la patrulla con un policía dentro, la atrapó y esposó, así que a juzgar por que llegó supongo que escapó.
- Supongo ¿no?, saldré con Larry ¿Planes?
- Si, estudiar. Mañana tengo examen
- De acuerdo, si vez a Em dile que hay espagueti en el refrigerador y tú báñate, apestas a perro muerto.
- Si mamá, Lu ¿Por qué te preocupas por Emily? pareces la madre que necesita.
- Porque en un mundo tan cruel y en su mundo hecho una porquería necesita alguien cuerdo a su lado, además espero que alguien ocupe mi lugar.
- ¿Tu lugar?, Emily ¿Enamorase de alguien? ¡No! Alguien enamorado de Emily. – Se río a carcajadas entre las sabanas que aun estaban pegadas a su cuerpo. – Jamás se enamorara, no cree en el amor, su vida lleva un total descontrol y para ser realistas no creo que lo enderece o que alguien la enderece, su rutina, lo que más odia, la maldita rutina es lo que la lleva a estar ebria la mayoría del tiempo, fumar hasta quedar sofocada, drogarse cuando necesita perderse y tener sexo con cuanto hombre se le antoje.
- Ya lo sé, pero siempre hay alguien capaz de atarla y llevarle las riendas.
- Bendito el hombre si es que existe
- Me voy, cuídate.
- Adiós, ¡Trae postre! –Le grito a Lucy mientras salía de la habitación semidesnuda, poniéndose el blusón.

Soltaba el humo del cigarro lentamente, inhalaba el aire fresco mientras comenzaban a caer gotas de lluvia que se confundían con lágrimas derramadas, tenía hierva en su bolsillo de la chaqueta, un cigarrillo en su boca y una botella a su lado, tranquilidad a su alrededor y lagrimas de lluvia, ¿Por qué sentía vacío?, quemaba su pecho y gritaba en su interior, le enardecía la sangre, ¿Qué era su estúpida vida? ¿Para qué vivir si ya se destruía?  Sin un motivo, sería más fácil masacrase la vida hasta cerrar completamente los ojos, lo suficiente para comenzar a perderse tanto hasta morir.
Encerró en sus manos el relicario que siempre colgaba de su cuello, tomo un sorbo alcohol y lo apretó tanto hasta que sus manos quedaran marcadas, limpió las gotas de sus mejillas, gotas amargas, dolor, absolutamente dolor, gritos ahogados en su pecho y en su corazón.
- ¿Estás bien? – Su voz era familiar
El brazo le cubría gran parte del rostro y con el otro sostenía la botella y el cigarro.
- Estoy viva, supongo que estoy malditamente bien.- Sin retirar el brazo le dijo. – Acaso estas siguiéndome
- Jamás, pero al ver un bulto tirado supongo que pensé que estaba herido
- Si te refieres a mí, estoy jodidamente bien.- descubrió su cara y sus ojos turquesa encontraron los de Damen.
- Tienes un delito que pagar.
- Déjame en paz, tu estúpida voz aturde mis sentidos. – Se levanto y caminó sin dirección. – ¿Quieres dejar de ir detrás de mí como perrito?
- Solo ando tras personas como tú
- No quiero sexo contigo
- Y yo menos, personas como tu son iguales a delincuentes idiotas sin principio ni fin, bueno en tu caso solo uno, la botella que tienes en tus manos.
- Es mi jodida vida y a ti eso no te interesa imbécil.
- Tal vez.
- Qué te parece si te quedas  aquí exactamente no te muevas. – Emily caminó unos pasos más dirigiéndose a la calle. –No te muevas.
- ¿Qué demonios haces?
- Esto. – Cruzo los brazos en su pecho y soltando solo una mano levanto el dedo medio hacia Damen, tomo su cigarro y se fue.
- Inmadura. –Fue lo que alcanzó a escuchar de Damen.
¿Qué tenía esa chica? Que le era imposible que el destino la sacara por completo, y al verla era un magnetismo el que lo llevaba hacia ella, los ojos turquesa lo poseían y si no fuera por inercia se perdía en ella.
El celular de Damen sonaba en la bolsa del pantalón negro que usaba esa tarde, con una camiseta borgoña que le ajustaba al cuerpo.
- Damen Woods
- Woods ven a la oficina
- Estaré ahí en diez minutos.
Miro hacia el camino en el que Emily ya no estaba y regresó a su auto.
Al llegar a la estación, lo primero que vio fue a Emily recostada como vaga en el asiento de los detenidos, los detenidos que serían su caso.
- Perfecto, el imbécil éste.
- Cállate
- Teniente. – Le inclino la cabeza a modo de saludo
- Woods, es tuya, atacó a un joven.
- Pero el estúpido quería sexo, y no tendría sexo con ese idiota ni en mis sueños húmedos.
- Hazte cargo, no la soporto.
- Si comandante
- Vamos
Damen la levantó por el codo del asiento, y la llevó hasta su oficina
- ¿No puedes quedarte ni 10 minutos sin molestar?
- Haz lo que tengas que hacer conmigo y desaparece de mi vista.
- ¿Qué pasó?
- Ya te dije, el estúpido de Jason quería sexo, y solo le di una patada en su parte más frágil, es un imbécil, como si fuera la primera vez que lo golpeo.
- ¿Quiso abusar de ti?
- Sí, ¿acaso estas tarado?, lo acabo de decir
- Eres fácil niña, no todo se te cree
- Tu no sabes nada de mí
- Exacto, detenida 24 horas. – Azoto el folder contra el escritorio y llamo al policía que estaba afuera recargado en la puerta. - ¡Max! A la celda 24 horas y es libre.
-  Pero, yo no tuve la culpa de nada idiota. – Emily forcejeaba con el policía, quien estaba tratando de controlarla pero al ser un hombre mas pequeño y de complexión muy delgada Emily tenía casi el poder sobre él. – ¡Suéltame!
- No te preocupes Max yo mismo la encerraré, más satisfacción en este día no puedo tener.
- Imbécil, ¡¡déjame!!
- ¡Muévete!
La llevó del brazo hasta la celda, tras cerrar la reja se recargó sobre los barrotes y frente a ella sonrío satisfactoriamente.
- Te produce placer verme encerrada
- No sabes cuánto, necesitas esto más seguido
- Tu jodido trasero, sácame de aquí, imbécil.
- ¿Que no te enseñaron a hablar?
- Eso algo que no te interesa, es mi vida y hago lo que quiero con ella, si quiero vivir o morir es mi jodido problema, si quiero hablar como perra así lo hago, no te importa
- Tienes razón, no eres nada, no aún.
- Cómo que "¡No aún!"
- No tienes ni la más mínima idea
- Sácame idiota, ¡¿Adonde demonios vas?!
- Lejos de ti, por supuesto
- Arrrg!
- Que pases una linda noche, al menos ve el lado bueno, estarás sobria.
- ¡Imbécil!
Emily se azotaba contra las rejas, pateaba todo y termino acostándose en el suelo, sintiendo el frío del piso calarle los huesos, pasaría la noche entera encerrada en cuatro paredes. El suicidio no planeado para ella.
Cerro los ojos para gritar por dentro y llorar en silencio, por la ventana de la celda se asomaban los destellos de la noche y le iluminaba el rostro, observando lo poco que alcanzaba a ver desde ahí se concentraba en el silencio que había a su alrededor, el frío que le bajaba la temperatura corporal y en su mente solo había el color blanco, estaba cansada, exhausta y se concentró en dormir hasta que el idiota al que ella odiaba, pero que ni siquiera imaginaba que podría llegar a ser tan importante como el respirar, a cada segundo seria el amor que la regresaría al mundo real.
- En realidad, no eres tan dañina.- Damen se acercó al suelo donde reposaba completamente dormida, con su cabello enmarañado en la cara, las manos cálidas masculinas retiraron el cabello para dejar al descubierto su rostro.
- Qué te pasa estúpido, ve a acariciar a tu abuela.
- Levántate y vete, eres libre. – Se giró y salió hacia su oficina
Emily tomó las cosas que le tendió el policía sobre la barra y salió disparada hacia la universidad.
- ¡Vaya! ¿Donde pasaste la noche?
- En la cárcel, por que el idiota ese que parece fantasma me encerró y no tuve nada que ver, y es más donde está el idiota animal de Jason por que no soporto tener las ganas de matarlo a golpes.
- ¿De qué hablas, qué fantasma?, Jason esta del otro lado del campus.- Loretta entrecerró los ojos al no comprender ninguna sola palabra de lo que Emily decía.
- Hijo de puta, a ti te quería en este momento. – Se lanzó sobre Jason al verlo cruzar enfrente de ella, lanzándose como un puma sobre su presa, le golpeo tanto hasta que le sangrara la nariz. –¿Qué creías? ¿que me quedaría sentada y tranquila?, Jamás, escúchalo, ¡Nunca!- Golpeó la entre pierna de Jason. – Ahora si puedes denunciarme, ya hay marcas, Idiota
- Que te pasa estúpida, eres un animal. – Jason manoteaba tratando se sostener las muñecas de Emily que continuaban golpeándolo a la cara y al pecho.
- Imbécil, ganas me sobran para matarte.- Emily le enterró las manos en el cuello, arañándole lentamente, Jason sangrando toco la parte húmeda de su cuello y con los ojos dilatados miro a Emily.
- Hasta aquí. – Jason la agarro por el cuello y antes de que le pusiera una mano en la cara una mano sostuvo fuertemente la suya por la muñeca, cortándole la circulación de la sangre, le jalo el brazo tanto que tuvo que voltear parte del tronco de su cuerpo para mirar a tal hombre. Damen agarro fuertemente a Jason, le dejó marcada su mano fuerte y musculosa y se alcanzaba a ver la formación de hematomas alrededor de su muñeca.
- Ni se te ocurra ponerle una mano encima.- La mirada de odio y deseos por partirle la cara en ese mismo momento pasaba por su mente, describiendo cada paso de la golpiza que le pondría.
Todas las personas estaban alrededor de ellos, gritando y haciendo alboroto, algunos reían mientras que otros solo se detenían a mirar.
Damen levantó a Jason y lo puso enfrente de él, matándolo con la mirada, Jason se quedó cabizbajo mirándolo fijamente sosteniéndole la mirada.
- ¿Y tú quién eres o qué? No me digas que esta perra ya tiene quien la defienda.
- Tú qué haces aquí idiota, no vez que estaba golpeándolo. –Se levantó a trompicones del piso donde estaba tendida y a punto de ser golpeada, se pasó la mano por el rostro y golpeó nuevamente a Jason directo al pecho.
- Mira tú cállate.
- Oficial James acérquese por favor, llévese a este chico detenido y asigne el caso a teniente yo me encargo de ésta loca.
- De acuerdo Woods
- Y en cuanto todos ustedes regresen a sus clases o tareas, sea lo que sea que tengan que hacer.- Todos lo miraron perplejos. -¡Ahora!- Elevo la voz más de lo normal, casi gritándoles a todos.
- Desde cuando tú te encargas de mí.
- Desde que sé cómo atacas. – En su rostro se formo una sonrisa sarcástica para ella y Emily solo le saco la lengua y levantó el dedo medio, su favorito. – No seas infantil.
- Cállate imbécil.
- Y tú me las vas a pagar que por tu culpa este idiota me meterá presa otra vez. – Se dirigió hacia Jason que iba llegando a la patrulla llevado del brazo de oficial con las esposas en sus muñecas, apuntándole con el dedo señaló hacia él recargando todo su odio sobre ese dedo.
Damen la miraba sigilosamente mientras ella peleaba contra él, recorriendo cada parte del rostro as que bajaban de la nariz a sus mejillas, al sostenerla de los brazos tenía  su cuerpo junto al de ella y una extraña sensación de interés y preguntas silenciosas comenzaban a llenarle su cabeza . Se dijo a si mismo ¿Qué tiene esta chica tonta e inmadura en los ojos que hace que sienta cierto interés en ella? , ¿Por qué es tan burda?
- Ya cálmate, pareces animal enjaulado y aún no estás tras las rejas. –Emily solo se limitó a mirarlo con cara de pocos amigos
- Si me vas a llevar, de una vez y que sea la misma celda.
- En un momento señorita, será complacida
- Eres un idiota con tu patético sarcasmo.
El teléfono celular de Damen sonó.
- Damen recoge el informe del caso Collins en el edificio de la avenida Dawson.
- Muy bien
Sin decir mas palabras, Damen cerró su celular,  miró a la loca que miraba hacia ningún punto fijo.
Al ver a su alrededor el oficial ya se había marchado con Jason desde hace mucho tiempo y al parecer sería él quien tendría que lidiar con ella hasta que regresara a la oficina de policía para meterla presa otra vez.
- ¿Qué?
- Me acompañarás a recoger unos papeles y con lo loca que eres– Emily jamás miraba a los ojos a una persona, nunca se detenía a admirar el color o el interior de una persona por los ojos, pero este tipo era diferente. – Y al ser un peligro. – Damen sacó de su pantalón unas esposas y antes de que Emily protestara uno de los aros estaba en su muñeca mientras que Damen cerraba el suyo. – Solo así no te escaparas, ni me darás problemas, al menos no tantos.
- Eso es lo que tú crees. – Reía a carcajadas mientras con su mano libre sacaba un cigarrillo de la chaqueta, lo introducía en su boca mientras buscaba el encendedor.
- – Terminarás con un enfisema
- Y tú con un puñetazo en la cara si no te callas. – Encendía el cigarro y comenzaba a tomar bocanadas de el, el humo le recorría los pulmones y la garganta, calentándola, al exhalar el humo relajaba cada músculo de su cuerpo y la tensión desaparecía.
- Fumas demasiado, mueves tanto las manos cuando puedes, eres una adicta más.
- Te importa un bledo
- Tienes razón, andando. – Tiró de ella con las esposas que los unían.
Por muy extraño que parezca la directora de la universidad no hizo mucho  escándalo con la detención de ambos alumnos pues no son del todo sus favoritos, solo cumplió con avisarle a sus padres,  mandó a cada integrante a sus actividades y agradeció a Damen por haber detenido tremendo lío entre ambos chicos.
Al llegar al auto, Damen entró primero por el lado del copiloto jalando  a Emily para que lo siguiera y ella quedara de su respectivo lado; durante el camino, ella sólo miraba por la ventana, el aire le golpeaba y recostó su cara,  quedándose dormida tras acabar su cigarro mientras que Damen sólo conducía y miraba por el rabillo del ojo lo interesante que era ver a esa fierecilla dormida y sin sus gritos que daban dolor de cabeza.
El auto se detuvo y Emily se levantó de un salto al sentir la detención de este.
- Muévete.
Levantó su rostro, abriendo los ojos para admirar el lugar donde estaba, frente a ella un edificio plateado con ventanas de cristal reflejaban el vacío en su interior.
- ¿Estás sordas o qué?, ¡Muévete!
- ¿Que hacemos aquí? – Susurraba mientras bajaba del auto a trompicones seguida por Damen y bostezando al mismo tiempo que se acercaba hacia la puerta cristalina corrediza.
- Recoger unos documentos, así que compórtate al menos por un segundo.
- Eres un  imbécil si crees que haré lo que tú quieres.
- Hazlo o te condeno a más horas de lo que debería. – Emily torció su boca a modo de mueca y miro a Damen con cara de pocos amigos.
En el interior, colores borgoña iluminaban el lugar junto con colores dorados y brillantes, cálidos y elegantes, gente con pinta formal en sus ropas iban y venían de todas las oficinas.
Damen era quien llevaba el paso y Emily solo se limitaba a seguirle sin articular palabra, admirando los cuadros y figuras extrañas que tapizaban las paredes que adornaban el lugar; Caminaron por el pasillo iluminado por luces blancas hasta llegar al elevador cristalino, por dentro una melodía resonaba desesperando a Emily; al frente un espejo los reflejaba a ambos.
- Detesto esa maldita canción, apágala.
- No se puede tonta, cálmate.
- Idiota.- Emily solo lo observaba en el espejo
- Idiota tú. – Parecía que comenzaban a jugar a insultarse mutuamente, algo en lo que Emily era muy perfeccionista.
- Estúpido.
- Estúpida. – En el interior de ambos risas ahogadas llenaban su pecho y un sentimiento extraño comenzaba a gustarle a los dos.
- Vamos. – Las puertas del elevador se abrieron y Damen se encaminó.
Al fondo una mujer sentada detrás de su escritorio saludó  Damen a lo lejos tendiéndole un sobre color magenta, que al parecer ella lo había escogido por el color en exceso que había en el escritorio, Sí, todo era color magenta.
- Woods, cariño.- Se acerco hacia él abriéndole los brazos para recibirlo como un nieto al que no ve hace tiempo.
- Señora Phills. – Damen la acogía de manera enternecedora.
- Como has estado mi niño, tenía tanto tiempo que no venías a las oficinas de tu padre.
- He estado ocupado con mi carrera.
- Oh ya veo, de vez cuando puedes darte una vuelta para venir a ver a tu  nana. -  La señora Phills era  la nana de Damen cuando era pequeño, su madre siempre se encontraba en el hospital y Damen siempre estaba con su padre uno de los abogados mas prestigiados y ricos del Los Ángeles. - ¿Y, quién es esta linda jovencita? – La señora se acerco hacia Emily que estaba detrás de él, alargó su mano y acaricio su mejilla. – Hola linda ¿Cómo te llamas?
- Emily. – La caricia de la señora le reconforto el frío que comenzaba a sentir por el aire acondicionado, sin sonreírle, ella apreció la ternura que le brindaba algo que no había tenido desde que su madre murió.
- Sí, ella es un caso especial nana. – Giro su cabeza para mirarla – Nana tengo que irme, prometo que volveré para verte.
- Oh, cariño vuelve pronto. – Abrazó a Damen nuevamente y posó su mano en la mejilla otra vez, pero ésta depositó un beso en su mejilla, dándole amor desconocido. – Cuídate cielo. – Emily solo asintió y siguió a Damen.
El silencio se depositó en ambos hasta que volvieron al elevador, donde la musiquita repiqueteaba en los oídos de Emily y Damen solo meneaba la cabeza tras ver los gestos que hacia y la desesperación en sus ojos. Al salir del lugar e ir hacia la salida, Damen tomó una ruta diferente en donde, al llegar un letrero azul con un hombre, sólo podía indicar una cosa.
Baño de hombres.
- ¿Al fin me tomarás y desnudarás completamente para saciarte de mí? aunque el baño es algo muy común ¿No crees?
- Sigue soñando niña, iré al baño, así que entrarás, estarás junto a mí, pero sin mirar.
- Por supuesto. – La sonrisa maquiavélica se postró en su rostro.
Damen entró, caminó hasta el tercer urinario y vio que no había nadie, bajó el cierre del pantalón e hizo lo suyo.
Emily escuchaba como los fluidos fisiológicos caían al urinario y al estar aburrida inclinó su cabeza hacia atrás lo suficiente para deleitarse con los músculos traseros de Damen al descubierto, firmes y delineados con su color apiñonado.
- Lindo trasero. – Emily levantó su mano libre y una nalgada quedo marcada en el trasero de Damen, llenando su mano con el músculo de éste. Mano era lo que le faltaba para sostener tanta belleza carnal en una mano pequeña.
- Oye pervertida. – Las mejillas de Damen se motearon de color durazno intenso y sus sentidos se desestabilizaron al escuchar las carcajadas de Emily y su mano relajada en su trasero que aún sostenía. –¿Podrías soltarme?
- Claro, por cierto lindo color de mejillas. – Entre risitas soltó a Damen.
Damen subió el cierre del pantalón y caminó hacia el lavabo para lavarse las manos mientras que la loca se subía sobre los lavabos para sentarse mientras que Damen continuaba enjuagando sus manos.
- ¿Quién era la mujer tan melosa de arriba?
- ¿Qué? Tanto te importa, ah es que te dio cariño como el que se da a un gato callejero ¿verdad?
- Imbécil. – Emily bajo a trompicones y jaló a Damen para irse.
- Espérate, vas casi corriendo, loca
- Pues corre estúpido, no soporto estar un segundo más contigo.
Al regresar, la nostalgia del cariño que no tenía invadió su mente, una lágrima pérdida se derramó y el silencio se hizo presente hasta que Damen habló.
- Mi nana, mi madre es doctora así que estaba en el hospital todo el día y mi padre estaba en contra de que me quedara en casa solo con una niñera así que me traía al trabajo y la señora Phills era su asistente personal y mi nana.
Emily no sabía que responder sólo guardó silencio y movió su cabeza de aviso que lo había escuchado.
- ¿Qué hay de t
- Eso no te incumbe.
Llegaron a la estación de policía y gotas de lluvia comenzaron caer, los autos estaban cerca de la entrada de la estación así que tuvieron que ir hacia otro lugar para estacionar el carro.
Antes de bajar del auto, Damen quitó las esposas, bajó los seguros y las dos puertas se abrieron al mismo tiempo Emily lo miró a los ojos entre la densa lluvia.
- Gracias por el viaje, policía.
- No te muevas.
- Si claro, sigue pensando eso, no cabe duda de que eres estúpido. – Reía y miraba a su alrededor.
- Tal vez.
Emily levanto su tan hermoso dedo hacia Damen y guiño el ojo.
- ¡Emily!
- ¡¿Qué! – Dijo Emily gritando desde lo lejos.
- No vuelvas a meterte en problemas.
- Ten por seguro que ¡Eso haré!
Damen se quedó parado en la lluvia, observando como Emily corría tan rápido como podía.
Damen no era estúpido como para quitar las esposas antes del carro ¿Lo era? ¿Por qué Damen dejo escapar A Emily? ¿Qué tenía aquella chica tan rebelde y estúpida como para hacer que un hombre como él violara una regla de su tan éxitoso trabajo? ¿Qué había hecho?
Damen con tantas preguntas en su cabeza sólo pudo dejar que las ideas volaran y que su cuerpo se relajara con la lluvia mientras veía a Emily perderse en ella, su corazón latía pero ¿Por qué?